El imperialismo ateniense


EL IMPERIO DE ATENAS

Atenas en el siglo V a.C. ejerce un dominio sobre el Egeo creando un imperio
del que vivían, según Aristóteles, más de veinte mil hombres. Entre estos hombres
Aristóteles cuenta a los funcionarios del estado y a todos aquellos que percibían un
salario público. Sin embargo también existían guarniciones enviadas a los territorios de
las ciudades aliadas, los remeros y soldados embarcados en los navíos que circulaban
por El Egeo durante ocho meses al año para vigilar el tráfico marítimo y para cobrar
los tributos atrasados, y que cobraban un sueldo diario, los jueces y los inspectores.
Cuando el tesoro de la liga de Delos fue trasladado a Atenas en el año 454
a.C., el tesoro federal se confundió con el de Atenas. A partir de este momento los
atenienses encontraron mil pretextos para disponer de él con total libertad. Sabemos
por ejemplo que con los fondos del tesoro federal se pagaron las obras de
reconstrucción de los monumentos de la acrópolis con el pretexto de que al haber sido
destruidos por los persas durante la guerra, los aliados liberados por los atenienses,
debían participar en su reconstrucción.

Esta acción levantó, como era de esperar, murmuraciones en el seno de la
asamblea que Pericles supo aplacar.

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Para muchos este traslado del tesoro federal de Delos a Atenas y la libertad
con que ésta dispuso de él, fue el momento en que la liga se convirtió en imperio.
Sin embargo sobre esta cuestión hay diversidad de opiniones. Otros autores
piensan que la construcción del imperio fue forzada por las circunstancias ante las
frecuentes tentativas de la defección de la liga de algunos de sus miembros, que
habrían faltado al compromiso de mantenerse unidos mientras el hierro arrojado al mar
por cada uno no aflorara a la superficie. Este acto simbólico se traduce en que en la
Liga se creó una institución permanente y no sólo para afrontar mejor la amenaza de
una nueva invasión persa.

Posteriormente Atenas tomaría decisiones unilateralmente atendiendo a sus
propios intereses políticos y económicos.

Políticamente a partir de año 454 a.C. las competencias de la Asamblea de
Aliados pasaron al Consejo de los 500 atenienses. Atenas trató de imponer un sistema
democrático en los estados aliados, cosa que consiguió en la mayoría de los casos,
aunque a veces chocó con gobiernos oligarcas que se habían impuesto en algunos
estados tras derrocar a las tiranías.

En todos estos estados había supervisores atenienses lo que convirtió en algo
puramente formal su independencia política.

Los intereses económicos de Atenas se centraban fundamentalmente en
asegurar el abastecimiento de cereales. El crecimiento de la población se tradujo en
un crecimiento de las necesidades. Cabe pensar que a partir de entonces Atenas
importara más de la mitad del trigo que consumía.

A los proveedores habituales de cereales como Eubea, Tracia o Egipto (el
príncipe egipcio Psamético regaló a Atenas en el año 445/444 a.C. un millón y medio
de raciones diarias de trigo), se añadían ahora las ciudades griegas de Bósforo y los
reinos semihelenizados de las riberas septentrionales del Mar Negro. La cruzada
militar y diplomática que Pericles llevó a cabo en esta zona demuestra la importancia
concedidaal abastecimiento regular de Atenas.

El equilibrio social que permitía el perfecto funcionamiento del régimen
democrático, se realiza en su mayor parte gracias al dominio ejercido sobre el mundo
egeo mediante la liga ático-delia. De ahí surge la necesidad de mantener a toda costa
ese dominio. Esto explica expediciones de castigo que se llevaron a cabo por ejemplo
contra Samos o contra los calcidios.

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En Samos en al año 440/439 a.C. Pericles, al sofocar una revuelta que allí se
dio, impuso una guarnición. Poco después la reacción de los samios obligó a que
interviniera una flota ateniense. Pericles consiguió la rendición de los samios tras
nueve meses de asedio. Se destruyeron las murallas de la ciudad, se confiscaron sus
naves y fueron sancionados con una fuerte indemnización de guerra de unos 1.500
talentos mediante entregas anuales. Se estableció en Samos un gobierno democrático
que sería leal a Atenas hasta finales de siglo.

También en Naxos y en Thasos se llevaron a cabo expediciones de este tipo.
Desde el año 467 a.C. se utilizó una flota ateniense y aliada para sofocar la rebelión
de algunos estados miembros como Naxos (ca.467 a.C.) y Thasos (465 a.C.). En
ambos casos el motivo originario de la rebelión fue el intento de defección de la Liga.
La represión de estas revueltas no concluyó con la recuperación de las “poleis” sino
que se modificó el status de las mismas dentro de la coalición: Naxos pasó a depender
de Atenas y Thasos perdió toda su flota que fue confiscada por Atenas.
A estas expediciones contribuían financieramente los aliados, lo que explica
que los griegos pasaran del estatus de aliados, al estatus de sometidos. Esta sumisión
se explicaba por la presencia no sólo de guarniciones atenienses, sino de inspectores
encargados de dirimir las diferencias surgidas en la aplicación de tratados y por la
necesidad de llevar todos los pleitos ante los tribunales atenienses. El establecimiento
de estas guarniciones no se hizo bruscamente. En un principio Atenas estableció
funcionarios atenienses, en los estados aliados, encargados de supervisar las
actividades locales. Más tarde extendió esta responsabilidad a un grupo de
ciudadanos privilegiados con derecho de apelación en los tribunales atenienses en
caso de juicio. Finalmente Atenas enviaría a sus propios ciudadanos como
funcionarios para garantizar el cumplimiento de los decretos referidos a los aliados.
Así mismo esta sumisión se hace patente cuando se obliga a los estados aliados a 
adoptar los pesos, las medidas y la moneda de Atenas. La moneda griega
dominará la cuenca egea y será buscada debido a su alto contenido en plata, 
permitiendo de esta forma que Atenas se hiciera con todos los productos indispensables.
Estas medidas se hicieron más drásticas cuando la existencia del Imperio se vio amenazada 
también desde fuera. En este momento los conflictos internos de los aliados se resolvieron 
de forma cruel, recurriendo a la esclavización o a la masacre, tal y como ocurrió en la 
represión de la revuelta de Mitilene por Cleón en el 427a.C.

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Imperio ateniense en el 431 a.C. Año del inicio de la Guerra del Peloponeso.
Aunque durante este periodo el proceso colonizador continuó, fueron más
frecuentes lo que conocemos como las “cleruquías” atenienses que las “apoikiai”
tradicionales. Las cleruquías, son un fenómeno característico de este periodo. La
primera se dio en Caristo, después del año 475 a.C. A diferencia de la apoikía, la
cleruquía no lleva consigo una nueva ciudadanía puesto que no se trata de una nueva
polis, sino de una extensión de la propia a las que los colonos y soldados seguían
perteneciendo. Entre el 450 y el 443 a.C, se asentaron cleucos atenienses en las islas
de Ambros, Naxos y algunos enclaves de Eubea.

El desarrollo del Pireo fue el producto de esta preponderancia comercial de
Atenas. El Pireo consistía en la elevación de almacenes, diques y del Mercado del
trigo en torno al emporion. Aquí se establecía una abigarrada población, mercaderes,
cambistas, agentes comerciales, marineros y estibadores.

En la época de Pericles los navíos comerciales se acostumbraron a depositar
su cargamento en el Pireo, seguros de encontrar allí compradores y de dar salida a su
mercancía a cambio de una moneda de buena ley que se cotizaba en todas partes. La
cuidad deducía tasas de las transacciones y por la entrada de barcos en el Pireo, pero
no intervenía en los intercambios realizados casi siempre por extranjeros. Éstos
venían a Atenas de buen grado, seguros de dar salida a sus mercancías y porque la
ciudad les ofrecía una condición jurídica definida: la de meteco. El número de metecos
no está definido pero es seguro que eran muy numerosos y que algunos de ellos eran
muy ricos. Es plausible por tanto que la preponderancia comercial de Atenas venga
dada por el equilibrio existente entre las compras y las ventas.

ATENAS, “ESCUELA DE GRECIA

Para Pericles Atenas tenía una hegemonía en el terreno intelectual y artístico lo
que le había dado, merecidamente, el titulo de Escuela de Grecia.
Atendiendo al eco que una afirmación tal pudo encontrar en los atenienses,
distinguimos dos campos, por un lado el del pensamiento especulativo y por otro el
religioso.

El primero debió interesar solo a una ínfima parte de los atenienses, los más
allegados a Pericles.

El aspecto religioso sin embargo era más cercano al conjunto de los
ciudadanos atenienses ya que el teatro, los templos y las grandes fiestas anuales en
honor a Dionisio y Atenea, junto con la vida política, constituían el aspecto esencial de
la vida de los atenienses en el siglo V a.C.

La población campesina celebraba sobre todo fiestas agrarias en honor a
divinidades protectoras del campo como Deméter y Dionisio. Los habitantes de las
ciudades por el contrario, se decantaban más por celebrar grandes fiestas en honor a
Dinisios. Para ello se apretujaban en el teatro con su “tentempié”, dado que la
representación duraba todo el día, para vibrar con el relato de la desgracia de los
Atridas o de Edipo.

Estos mismos atenienses participaban en las grandes procesiones y en los
juegos que manifestaban su devoción para con los dioses. Las procesiones más
características en este sentido son las Panateneas, en honor a Atenea y las Leneas,
las Artesterias y las Grandes Dionisíacas, en honor a Dionisio.

Tales fiestas eran además el pretexto para Atenas de reafirmar su poderío. A
las grandes Dinisíacas llegaban los aliados con el tributo y sus delegados podían
admirar con sus propios ojos la majestad y la pompa con la que el pueblo ateniense
revestía a sus dioses.

Con esto se pretendía reparar las ruinas de las guerras médicas y, en
particular, de elevar a la diosa titular de Atenas un santuario digno de ella.
Para ello Pericles llamó a su amigo Fidias el cual se rodeó un gran número de
colaboradores. Los trabajos comenzaron hacia el año 450 a.C. Se crea un conjunto de
monumentales templos del que destaca el Partenón, el templo de Atenas.

Esta ambición resultaba muy cara, sin embargo Pericles halló la solución a la
financiación deduciendo el diezmo de la diosa del tributo de los aliados. Tales
procedimientos no recibieron la aprobación de los aliados que buscaron sacudirse por
todos los medios de una servidumbre que les resultaba cada vez más difícil de
soportar.

DEL IMPERIALISMO A LA GUERRA

La democracia ateniense estaba condicionada al mantenimiento del Imperio.
Cualquier amenaza que pesara sobre este Imperio era una amenaza contra el
régimen.

La guerra comenzó con un doble conflicto que opuso a atenienses y corintios,
al oeste alrededor de Corcira y al este en torno a Potidea.
Corcira hacía tiempo que se había distanciado de su metrópoli que era Corinto
y cuando estalló un conflicto entre ésta y aquélla por la posesión de Epidamo, los de
Corcira reclamaron la ayuda de los atenienses. Potidea por el contrario mantenía
estrechas relaciones con Corinto, su metrópoli, pero dada su situación geográfica
también había establecido alianzas con Atenas. Atenas exigía a Potidea la ruptura de
los lazos que la unían con los corintios. Esto es comprensible si tenemos en cuenta
que Potidea se encontraba en la zona de expansión de Atenas.

En definitiva, los asuntos de Corcira y Potidea crearon un efectivo estado de
guerra entre Atenas y Corinto, que formaba parte de la liga peloponesa. Contra las
intrigas atenienses los corintios llamaron a los espartanos. Éstos no habían visto de
buen grado el desarrollo del poderío ateniense después de las guerras médicas. Se
esforzaron por todos los medios de limitarlo, suscitando contra Atenas la hostilidad de
las ciudades continentales.

En el año 445, un tratado de paz había puesto fin a lo que se acostumbraba en
llamar la primera Guerra de Peloponeso. Sin embargo la hostilidad entre las dos
ciudades griegas seguía existiendo basada en un cúmulo de rencores pero también
ligada cada vez más a una oposición de principio entre dos concepciones antagónicas
de la Ciudad. Esparta había llegado a ser para los adversarios de Pericles y de la
democracia ateniense el modelo perfecto al que hubiera sido necesario tratar de
acercarse.

Una vez solicitados por los corintios, los espartanos vacilaron un poco a
comprometerse en una lucha cuyo resultado era incierto, corriendo además el riesgo
de servir antes a los intereses de los corintios que a los de los espartanos. Finalmente
el éforo (magistrado) espartano, Estenelo, arrastró la decisión a favor de la guerra, y
los aliados de Esparta la ratificaron después de una nueva intervención de los
corintios.

Entonces los espartanos llevaron a Atenas una primera embajada para dar
parte a los atenienses de la resolución de los aliados y exponer sus quejas.
Una segunda embajada enviada a Atenas por los espartanos supuso ya un
auténtico ultimátum: los atenienses debían levantar el sitio de Potidea, conceder la
independencia a Egina y sobre todo derogar el decreto recién adoptado contra los
megarenses y que les cerraba la puertas de los mercados del Ática.

Frente a este ultimátum y a otro que le siguió pidiendo el respeto de los
atenienses por la independencia de los griegos, los atenienses se dividieron. Unos
pensaban que la guerra era necesaria, Pericles instaba a no ceder ante los
peloponesios. Pericles estaba seguro de la superioridad ateniense en caso de guerra
sobre todo si se llevaba a cabo la táctica que le él defendía: llevar la guerra al mar y
renunciar a la defensa del territorio de Ática, conservando únicamente la ciudad y el
puerto.

Se decidió pues una guerra que duraría más de un cuarto de siglo y que
finalizaría con la derrota y ruina de Atenas en el año 404 a.C.
Así acabaría la hegemonía que Atenas había tenido durante buena parte del
siglo V a.C.

BIBLIOGRAFÍA
- Blanco Freijeiro, Antonio. Arte griego. Consejo Superior de Investigaciones
científicas. 2000. Madrid.
- Bravo, Gonzalo. Historia del mundo antiguo. Una introducción crítica.
Alianza Editorial S.A. 1994. Madrid.
- Forrest, W.G. Los orígenes de la democracia griega. El carácter de la
política griega 800-400 a.C. Ediciones Akal. 1988. Madrid.
- Mossé, Claude. Historia de una democracia: Atenas. Editions du Seuil.
1971. Francia.


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