Eric Hobsbawm
Hobsbawm nació en el seno de una familia judía de origen polaco en Alejandría (Egipto) en 1917. Su infancia la vivió entre Viena y Berlín, al entrar en la adolescencia, allá por la década del treinta del siglo pasado, repartiría en Berlín los volantes de la organización juvenil comunista en la que había comenzado a participar. La historia modificó los proyectos y los sueños: triunfó Hitler y el joven Eric, ya huérfano, rumbearía junto con su hermana hacia Londres. La historia se enlazó con la amenaza del nazismo. Estaba aún en Viena cuando su padre murió de un infarto, en 1929. Dos años después, su madre no pudo escapar de una tuberculosis fulminante. “Cada historiador tiene su nido, desde el que observa el mundo. El mío está construido, entre otros materiales, de una niñez en la Viena de los años ’20, los años del ascenso de Hitler en Berlín, que definieron mis ideas políticas y mi interés por la historia.” Hobsbawm, al repasar aquellos años, consideraba que era inevitable politizarse en la Alemania que asistía al ascenso del nazismo. “No podía ser socialdemócrata: eran muy moderados, ni nacionalista: era inglés y judío: ni me interesaba el sionismo.”
Al historiador marxista, especializado en el siglo XIX y XX, autor de una veintena de obras fundamentales sobre las sociedades contemporáneas y el mundo capitalista, como su monumental tetralogía integrada La era de la Revolución: Europa 1789-1848 (1962); La era del Capital: 1848-1875 (1975); La era del Imperio: 1875-1914 (1987) y La era de los extremos: el corto siglo XX, 1914-1991 (1994), le gustaba pensar su práctica con el largo aliento de los años vividos. “La esencia del oficio de historiador es recordar lo que otros olvidan, aunque algunos quieran que se olvide...”
Durante su formación en Cambridge, Hobsbawm coincidió con los historiadores Christopher Hill, Rodney Hilton, John Saville. En ese período académico decidió afiliarse al Partido Comunista. Su lealtad, su fidelidad, sus convicciones y su espíritu crítico, sortearon la desgarradora tentación de la abdicación. Permaneció militando en ese partido aun cuando, luego de la invasión soviética a Hungría, en 1956, otros historiadores marxistas británicos como Hilton, Hill o Edward Palmer Thompson optaron por capitular. Hobsbawm participó en el IV Congreso Internacional de Ciencias Históricas de París´, visitó Rusia tras la muerte de Stalin, anduvo por las calles parisienses durante el Mayo francés, vivió en Colombia y Perú y fue intérprete del Che Guevara. Podría sonar absurdo, pero fue así: el Partido Comunista británico lo abandonó al mismísimo Hobsbawm cuando se disolvió, en 1989.
Varias generaciones en América latina y Europa se han educado bajo las obras de Hobsbawm. Muchos de sus libros estén traducidos al castellano, como Rebeldes primitivos (1959), Trabajadores (1964), Industria e Imperio (1968), Historia del marxismo (1978-1982), Los ecos de La Marsellesa (1990), La invención de la tradición (2002), Cómo cambiar el mundo, Marx y el marxismo 1840-2011 (2011), y la tetralogía de “La era de...”, entre otros. Hobsbawm escribió bajo el seudónimo de Frankie Newton (un trompetista comunista) para la New Statesman, con orientación izquierdista. Publicó numerosos artículos desde el barbarismo de la Edad Moderna hasta los problemas del movimiento obrero y el conflicto entre anarquismo y comunismo.
Nunca dudó del poder que tiene el marxismo para desentrañar el mundo capitalista y sus raíces materialistas. Sin rodeos ni eufemismos, puede decirse que los trabajos de Hobsbawm implicaron un cambio “radical” de los héroes históricos. Desde su perspectiva, la sociedad, los trabajadores y especialmente a partir de su experiencia con los obreros británicos, son los sujetos trascendentes de la historia.
“Cuando me dicen que si éramos comunistas cuando en la Unión Soviética o en China se cometía tal o cual tropelía, yo pienso: ¿me hice yo comunista para cometer tropelías y abusar del poder, o milité para luchar por la libertad y la justicia?”
En el 2009 sostenía en una entrevista “Sigo en la izquierda, sin duda con más interés en Marx que en Lenin”. Porque seamos sinceros, el socialismo soviético falló. Fue una forma extrema de aplicar la lógica del socialismo, así como el fundamentalismo de mercado fue una forma extrema de aplicación de la lógica del liberalismo económico. Y también falló. La crisis global que comenzó el año pasado es, para la economía de mercado, equivalente a lo que fue la caída del Muro de Berlín en 1989. Por eso me sigue interesando Marx. Como el capitalismo sigue existiendo, el análisis marxista aún es una buena herramienta para analizarlo”.
Eric Hobsbawm muere a los 95 años en Londres un 1° de octubre del 2012. Historiador marxista británico. Admirado y respetado en el mundo.
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