Una de brujas
Las #brujas constituyen un elemento muy importante de la cultura popular. En la época medieval se llamaba bruja a una persona, generalmente mujer (aunque podía ser un hombre o un niño) que había establecido un pacto con el diablo por el cual se veía obligada a asistirlo y servirle a cambio de un conjunto de poderes o hechizos que le permitían hacer daño. Generalmente, vivían en pueblos o pequeñas aldeas y eran consultadas por los lugareños para hacer daño a otras personas.
El Precedente más antiguo que encontramos aparece en la antigua Grecia. Allí descubrimos a Hécate, diosa infernal de la brujería y de la magia a quien se le atribuye la invención de la hechicería y la conexión con el mundo de las sombras. Se aparecía a magos y a brujas con una antorcha en la mano o en forma de distintos animales (yegua, perra, loba, etc.). Atormenta a los humanos recorriendo el mundo por las noches con una jauría de perros infernales. Preside las encrucijadas, lugares por excelencia de la magia, donde se levanta su estatua, en forma de una mujer de triple cuerpo o tricéfala. De hecho, es una diosa triple, llamada Luna o Selene en el cielo, Diana o Delia en la tierra y Proserpina o Hécate en los infiernos. Otro famoso personaje es Circe, que habita en la Odisea y en las leyendas de los Argonautas. Cuando Ulises desembarca con sus compañeros en su isla, la maga convierte algunos de ellos en cerdos y tienta a Ulises para que beba su poción mágica. El héroe consigue escapar del encantamiento gracias a una planta mágica y sus compañeros recuperan la forma humana.
En Roma, el prototipo de la hechicera es Medea quien tenía la misión de inmolar a todos los extranjeros que desembarcaran en Cólquide. Pero al ver a Jasón se enamoró de él y lo ayudó a capturar el vellocino de oro. Se le atribuyen muchos crímenes (su hermano, sus propios hijos, etc.).
Durante el siglo XII se creía en congresos de brujas en los que se declaraba la matanza de niños. Su gran expansión particularmente por Alemania, Francia, Italia y España se producen entre el siglo XIII al XVII. A partir del Siglo XV comienzan las grandes persecuciones y matanzas. Hay quienes sostienen que de la mano de los conquistadores, las brujas llegaron a América, sin embargo, las civilizaciones americanas, contaban con la “machi”, una anciana misteriosa que cocía brebajes sanadores.
De la mano de la cultura oral, las bruxas, meigas, machis, hechiceras, adivinas, encantadoras, nigromantes, chamanes, pitonisas, etc. hacen su ingreso a la Literatura a través de los denominados Cuentos Clásicos. Las brujas y hechiceros difieren en las distintas culturas e incluso varían de unas leyendas a otras dentro de una misma tradición, sin embargo, tienen en común conocimientos, intuición, poderes mágicos y don de profecía, qué o eran de origen sobrenatural o habían sido adquirido mediante un pacto con el diablo sellado con sangre. Podían cambiar su apariencia física y transformar a quienes las ofendían.
Y como uno de los principales objetivos de la Literatura Infantil es el fomento de la fantasía y de la capacidad de imaginación de los niños, a pesar de su origen ancestral, las brujas siguen siendo protagonistas en este territorio.
El Precedente más antiguo que encontramos aparece en la antigua Grecia. Allí descubrimos a Hécate, diosa infernal de la brujería y de la magia a quien se le atribuye la invención de la hechicería y la conexión con el mundo de las sombras. Se aparecía a magos y a brujas con una antorcha en la mano o en forma de distintos animales (yegua, perra, loba, etc.). Atormenta a los humanos recorriendo el mundo por las noches con una jauría de perros infernales. Preside las encrucijadas, lugares por excelencia de la magia, donde se levanta su estatua, en forma de una mujer de triple cuerpo o tricéfala. De hecho, es una diosa triple, llamada Luna o Selene en el cielo, Diana o Delia en la tierra y Proserpina o Hécate en los infiernos. Otro famoso personaje es Circe, que habita en la Odisea y en las leyendas de los Argonautas. Cuando Ulises desembarca con sus compañeros en su isla, la maga convierte algunos de ellos en cerdos y tienta a Ulises para que beba su poción mágica. El héroe consigue escapar del encantamiento gracias a una planta mágica y sus compañeros recuperan la forma humana.
En Roma, el prototipo de la hechicera es Medea quien tenía la misión de inmolar a todos los extranjeros que desembarcaran en Cólquide. Pero al ver a Jasón se enamoró de él y lo ayudó a capturar el vellocino de oro. Se le atribuyen muchos crímenes (su hermano, sus propios hijos, etc.).
Durante el siglo XII se creía en congresos de brujas en los que se declaraba la matanza de niños. Su gran expansión particularmente por Alemania, Francia, Italia y España se producen entre el siglo XIII al XVII. A partir del Siglo XV comienzan las grandes persecuciones y matanzas. Hay quienes sostienen que de la mano de los conquistadores, las brujas llegaron a América, sin embargo, las civilizaciones americanas, contaban con la “machi”, una anciana misteriosa que cocía brebajes sanadores.
De la mano de la cultura oral, las bruxas, meigas, machis, hechiceras, adivinas, encantadoras, nigromantes, chamanes, pitonisas, etc. hacen su ingreso a la Literatura a través de los denominados Cuentos Clásicos. Las brujas y hechiceros difieren en las distintas culturas e incluso varían de unas leyendas a otras dentro de una misma tradición, sin embargo, tienen en común conocimientos, intuición, poderes mágicos y don de profecía, qué o eran de origen sobrenatural o habían sido adquirido mediante un pacto con el diablo sellado con sangre. Podían cambiar su apariencia física y transformar a quienes las ofendían.
Y como uno de los principales objetivos de la Literatura Infantil es el fomento de la fantasía y de la capacidad de imaginación de los niños, a pesar de su origen ancestral, las brujas siguen siendo protagonistas en este territorio.
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