La batalla de Cannas
BATALLA DE CANNAS
La batalla de Cannas o Cannae ocurrió el 2 de agosto del año 216 antes de nuestra era, en Cannas una ciudad al sudeste de Italia, al mando de Aníbal Barca, hijo de Amílcar Barca quien lideró las tropas en la primer Guerra Púnica. Después de la derrota de esta guerra, Cartago se vio obligada a pagar a Roma indemnizaciones de guerra y para hacer frente a semejante gasto necesitó expandirse por la Península Ibérica. Llegaron hasta el sur de Hispania pero Amílcar fue asesinado, por ese motivo Aníbal tomó su lugar con solo 22 años.
Al sur del río Ebro en zona cartaginesa, se encontraba Sagunto, una ciudad aliada a Roma para defenderse de los púnicos. Aníbal en su ambición por conquistar toda la zona, cercó la ciudad para tomar posesión sobre ella, sin embargo no quedaría todo ahí ya que Sagunto pidió ayuda a los romanos. En el año 218 Roma declara la guerra a Cartago. En realidad este episodio era el choque entre dos imperios, el cartaginés y el romano por el control del Mediterráneo.
Aníbal decidió llevar la guerra a territorio enemigo, con un ejército de 40.000 hombres aproximadamente, 10.000 jinetes (cabe destacar que llegó reunir hombres de numerosas nacionalidades: númidas, hispanos, galos, fenicios y libios dentro de sus filas) y un ejército de elefantes, se dice que estos animales eran de origen indio como los jinetes que los montaban. De esta manera inició una larga marcha a través de los Pirineos y los Alpes para atacar Roma por el norte.
Su paso veloz ayudó para que los romanos no los alcanzaran en Galia, pero hubo consecuencias desfavorables para Aníbal, una de ellas es la pérdida de un ojo; otra quizá sin darse cuenta en los tiempos, había entrado en Italia en invierno y por ello perdido una parte importante de hombres y elefantes que al atravesar las montañas no pudieron escapar del frio mortal. Unos 20.000 hombres de la infantería y 6.000 de caballería habían sobrevivido.
El primer encuentro con los romanos fue en el río Tesino con el famoso Publio Escipión, la batalla es ganada por Aníbal.
La siguiente batalla se presenta en el río Trebia, que por una mala táctica de los romanos, estos vuelven a ser derrotados en diciembre del 218. La popularidad de Aníbal creció tanto que los pueblos que habitaban el norte de Italia se unieron a su ejército, ahora eran aproximadamente 60.000 hombres. En junio del 217 le tienden una trampa a los romanos en los pantanos del lago Trasimeno, los cartagineses mataron a 15.000 italianos. Nada ni nadie parecía detener al poderoso Aníbal, Roma estaba próxima.
Mientras tanto en Roma la situación era crítica, después de las derrotas sufridas se elige un dictador: Fabio Máximo, quien toma medidas en el tema. Utiliza una estrategia llamada “Fabiana”, la cual hostiga al enemigo sin presentar batalla, desabasteciéndolo de suministros y creando un ambiente irascible entre los combatientes aliados a Aníbal, los cuales estaban acostumbrados a batallar en cortos periodos de tiempo y no a prolongar sus viajes, mucho menos con necesidades. Los romanos de esta manera comenzaban un reclutamiento de soldados, se llegó a formar entre infantes y jinetes unos 90.000 hombres dispuestos a expulsar a los invasores como sea.
Aníbal continúa su marcha, llegando a Cannas a orillas del mar Adriático en la primavera del 216, el lugar era un gran depósito de alimentos que abastecía a Roma.
Por otro lado, el enorme ejército romano liderado por los cónsules Paulo Emilio y Terencio Varrón, se prepararon para la gran batalla en las llanuras de Cannas. Bajo el ardiente sol se desató el combate.
Los romanos organizados en una línea de vélites en vanguardia que precedía a la masa de la infantería pesada, formada en tres líneas consecutivas. La infantería estaba flanqueada por la caballería romana a la derecha y la de los aliados itálicos a la izquierda.
Aníbal ubicó a los mercenarios íberos y galos en formación de media luna, con la parte convexa orientada hacia el enemigo. En cada extremo situó contingentes de infantería pesada africana. El lado izquierdo estaba protegido por la caballería pesada, formada por jinetes íberos y galos y al mando de Asdrúbal (hermano de Aníbal), mientras que la caballería ligera númida, dirigida por Maharbal, operaría a la derecha.
La infantería romana avanzaba sobre las tropas íberas y galas, con sus muros de escudos, creyendo que estaba ganada la secuencia, pero la medialuna de los cartagineses se convirtió en cóncavo. La caballería númida del flanco derecho cartaginés cargó contra la caballería de los aliados itálicos, mandados por Varrón, que resistieron hasta que fueron atacados por sus espaldas por los mercenarios galos e íberos. El jefe púnico aguardo hasta que la infantería romana penetró profundamente en el interior del dispositivo cartaginés, que adoptaba la forma de una “U” cada vez más alargada. Cuando consideró que era factible envolver al enemigo, hizo intervenir a la caballería de Amilcar. La infantería africana, hasta entonces en reserva, se desplegó en dos masas, presionando cada una un flanco del dispositivo romano. La maniobra envolvente se completó con el retorno de la caballería númida, que atacó a la masa de infantes romanos por la retaguardia. Rodeados por un sólido cerco de caballeros e infantes, amontonados en un espacio reducido y sin poder maniobrar, los romanos eran empujados hacia el interior, cada vez con menos sitio para manejar sus armas. Aun así, resistieron de forma desesperada hasta el final. La matanza fue espantosa, el revés más grande sufrido hasta entonces por un ejército romano y en el que perecieron hasta 80 senadores. Historiadores sostienen que la cifra de bajas romanas superó las 30.000 y cartaginesas solamente 5.700. De esta manera el ejército romano fue siendo exterminado durante el resto del día, no había prisioneros romanos por que no se rendían. Fue una matanza terrible y sanguinaria sin precedentes para Roma. Sin embargo el líder púnico no quiso atacar a una Roma completamente indefensa, “Los dioses no han concedido al mismo hombre todos sus dones; sabes vencer, Aníbal, pero no sabes aprovecharte de la victoria”, afirmó el fiel lugarteniente de Aníbal. Lo cierto es que no estaba preparado ni con equipamientos ni suministros para soportar otra batalla y los muros de Roma eran impenetrables. Gracias a su victoria en esta batalla logró pactar con varias ciudades italianas y asegurarles su autonomía.
La batalla de Cannas se caracteriza por la estrategia militar de Aníbal que con una gran diferencia numérica en hombres logró reducir a un ejército profesional romano de la época. Su movimiento en tenaza ha sido un recurrente objeto de análisis y ejemplo para la Historia Militar, siendo aplicado por los alemanes tanto en la Primera Guerra Mundial como en la Segunda.
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