La isla de Pascua
La Isla de Pascua esta ubicada en el Pacifico Sur, a 3700 km de las costas de Chile, país al que pertenece desde 1888 con una superficie de 163 km2. En su idioma autóctono, la isla es conocida como Te pito o Te henua, que significa “El ombligo del mundo”.
El nombre actual de Isla de Pascua se debe al almirante holandés Jakob Rogoween, quien la descubrió el 6 de abril de 1722, día de Pascua de Resurrección.
Existen varias teorías acerca de la población de esta Isla. Según Robert Longdon, un inglés, afirma que los primeros en llegar fueron unos navegantes enviados por el faraón egipcio Ptolomeo III. Pero esta teoría tiene muy poca relevancia.
Otra, es que Pascua fue poblada en el siglo V por polinesios procedentes de Asia. Que para descubrir la remota isla de Pascua tuvieron que navegar casi hasta la Antártida a fin de encontrar la corriente meridional y evitar la corriente de Humboldt que fluye hacia el oeste.
Otra teoría dice que para el siglo IV d.C. llegó una tribu al mando de un rey llamado Hotu-Matua, quienes tenían técnicas bastante desarrolladas para esculpir la piedra.
La teoría más discutida, la tiene un arqueólogo noruego Thor Heyerdahl. Sostiene que la población de la isla se debe a las culturas propias de América del Sur, más acertadamente de los Incas.
¿Cuándo llegaron? Se cree que entre el 700 y 1200 d.C.
¿Cómo llegaron? En canoas amplias que albergaban a docenas de personas, seguramente familias enteras se trasladaban en ellas. Seguramente muchas morían en el recorrido. Con ellos llevaron animales y semillas. Así pudieron subsistir.
¿Qué son las estatuas gigantes que custodian la isla?
Las famosas estatuas de la isla de Pascua se llaman Moai, son figuras de piedra de enormes dimensiones con forma de humanos, con cabezas gigantes, orejas largas. Estas figuras se encuentran enterradas en el suelo, donde solo sobresale la cabeza, dejando el resto del cuerpo oculto. Lo curioso es que las caras miran hacia el sol.
No fueron esculpidas por una raza olvidada que quedó sumergida por un gran desastre natural como se dijo. Ningún hundimiento geográfico se produjo allí, sino que se formó por erupciones volcánicas y está rodeada por un abismo de brazas de profundidad que se extiende por 16 kilómetros. Ninguna tierra pudo desaparecer y dejar tal depresión.
Existen varias teorías en torno a estas estatuas. La más común de ellas es que fueron talladas por los habitantes polinesios de la isla, entre los siglos IX y XVI, como representaciones de antepasados difuntos, de manera que proyectaran su mana (poder sobrenatural) sobre sus descendientes. Algunas estatuas miran al interior de la isla, otras hacia el océano. Se cree que se colocaron así como símbolo de protección.
Existen muchas leyendas acerca de cómo se pobló la isla tan separada del mundo, esta es una:
“Los primeros habitantes de la isla son supervivientes de la primera raza del mundo. De color amarillo, muy altos, de brazos largos, tórax poderoso, enormes orejas pero sin lóbulo relajado, pelo rubio puro, cuerpo lampiño y brillante. No conocían el fuego. Esa raza existía antaño en otras dos islas de la Polinesia. Vinieron en barco de una tierra situada detrás de América. Pese a las rivalidades entre las razas, se casaban frecuentemente con mujeres de la otra tribu, lo cual creaba nuevas alianzas. Nadie podía acercarse al rey ni hablarle sin haber pedido previamente una audiencia a su servidor llamado Tu’ura. Nadie podía tocarle, y los objetos que el rey poseía eran sagrados, sobre todo, su cabeza era sagrada. Lucía una abundante cabellera y nadie podía cortarle el pelo. El carácter sagrado de la cabeza, y particularmente el pelo, considerado como receptor y emisor de fuerza”.
Algunos estudiosos creen que la desaparición de esta población se debe a un efecto medioambiental, producido por ellos mismos.
“Los arqueólogos han visto que al principio quemaban madera en los hornos y luego empezaron a quemar hierba porque ya no había madera, incluso con problemas para quemar a sus muertos. Y sobre la violencia, de repente empezaron a fabricar cientos de armas de obsidiana: puntas de lanza, dagas…, y los restos de los esqueletos muestran que hubo violencia extrema. Y también tenemos la tradición oral, que cuenta mucho sobre sus tremendas guerras, hablan de la era en que empezaron a tirar abajo unos las estatuas de los otros. Los que se oponen a nuestra teoría dicen que las estatuas se tumbaban con mucho cuidado y amor para que pudieran ser reutilizadas, pero cualquiera que haya ido a la isla ve que no se hizo así, se redujeron a pedazos con mucha violencia. Así que la teoría más creída es que vivieron en paz durante muchos siglos, pero llegó primero la deforestación y luego los conflictos, y eso fue antes de que llegaran los europeos.” Sostiene el arqueólogo Paul G. Bahn.
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